El canterano y ex portero del RC Celta dedica una misiva a los aficionados celestes
Buenas tardes a todos.
Ayer fue un día agridulce para mí: por un lado la ilusión de empezar una nueva etapa deportiva y por otra despedirme de un club al que llegué siendo un niño y en el que ido poco a poco viendo cómo mis sueños se hacían realidad. En los 16 años que he vestido la camiseta celeste he pisado los mejores campos de España y he podido competir contra los mejores jugadores del mundo y eso no lo podré olvidar nunca. Todas las personas que me conocen saben que siempre he llevado a este equipo en mi corazón, que siempre lo he dado todo y que en todo momento he antepuesto los intereses del Celta a los míos propios, porque eso es lo que me inculcaron desde pequeño en A Madroa y eso es lo que entiendo yo por ser un jugador de este equipo.
Me marcho triste porque habría defendido estos colores hasta que mis piernas y mis manos dijeran “¡basta!”. Afronto el futuro con muchas ganas y una gran ilusión, por seguir madurando y mejorando como jugador y persona pero siempre sin olvidarme de dónde vengo. En un día como hoy no me puedo olvidar de mi familia sin los que no habría llegado tan alto y a los que les agradezco cada madrugón, cada palabra de ánimo y cada consejo que me han dado. También quiero agradecer a todos los entrenadores y empleados del club que me han ayudado en estos años, a mis compañeros y a los medios de comunicación. También estaré eternamente en deuda con la afición celtiña, que siempre me ha animado, apoyado y me ha dado fuerzas en los partidos más duros. Por ellos y por mis raíces seré celtista toda la vida.
Gracias por todo.
Yoel